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miércoles, 30 de enero de 2008

Buscando en el por qué de los recuerdos

Un post que me gusto... en este momento estoy tratando de buscar explicaciones al porque ciertas personas olvidan las cosas rapidamente y otras no... y me tope con esto... la parte cientifica de todo este asunto.
Buscando en el por qué de los recuerdos

Es probable que con un pequeño esfuerzo recuerde qué desayunó ayer, sin embargo, le será muy difícil acordarse de lo que tomó hace un mes. La información sobre la primera comida del día puede ser útil durante algunas horas -para conocer el origen de una intoxicación, por ejemplo-, pero pronto se convertirá en un trasto inútil aparcado en el cerebro y será eliminada. Sin embargo, el día de su boda, el nacimiento de un hijo o la muerte de un ser querido no se olvidan fácilmente. La explicación de por qué algunos recuerdos permanecen con nosotros y otros se van está en la compleja maquinaria bioquímica de nuestro cerebro.
Desde hace tiempo se sabe que tanto las memorias duraderas como las efímeras surgen de las conexiones entre neuronas en puntos de contacto conocidos como sinapsis. Cuando una memoria pasajera -la leche con galletas del desayuno- se crea, esa conexión neuronal se fortalece de forma temporal y puede reaccionar durante un tiempo ante señales posteriores; por ejemplo, cuando le preguntan qué ha desayunado. Sin embargo, cuando un suceso tiene la relevancia suficiente, los genes del núcleo de la neurona se activan y producen unas proteínas que actúan a modo de fijador de la sinapsis, creando así un recuerdo duradero.
El estudio de las particularidades de estos procesos, conocidos desde los años 60, es una de las tareas del profesor de Neurociencia en el Centro de Investigación en Neurociencia de la Universidad de Edimburgo Richard G. M. Morris, uno de los premiados por la Cátedra Santiago Grisolía la pasada semana. Este investigador charló con ABC sobre asuntos como el motivo de que unas memorias se fijen y otras no. «Hay dos respuestas que explican por qué unas memorias se quedan fijas y otras no. Encontramos más fácil recordar cosas por un largo periodo de tiempo si tienen relación con algo que nos interesa. Nuestros intereses tienen mucho que ver con lo que podemos aprender más o menos rápido. Pero hay una segunda respuesta. También podemos recordar especialmente bien algo que ocurre de un modo inesperado, cuando algo es muy sorprendente o hay un gran significado emocional. Por ejemplo los atentados de Madrid, de eso te acuerdas, porque esos sucesos determinados hacen que tu organismo segregue hormonas y transmisores que hacen que una memoria se fije. Y es, quizá, algo que tiene que ver con la supervivencia», explicó Morris.
Pero si recordar es una capacidad que puede ser esencial para la supervivencia, también lo es olvidar. «Hay un caso de un caso de un hombre en Rusia que no podía olvidar, y se volvió loco -indicó el investigador británico-». Los recuerdos le atosigaban haciendo de su cerebro un gallinero insoportable. En este sentido, en 2005, el científico Edward Vogel, de la Universidad de Oregón, demostró que la buena memoria no tiene que ver tanto con la cantidad de datos que uno puede acumular, sino con la calidad de la información filtrada entre los miles de impulsos recibidos. Los científicos creen, apuntó Morris, que el sueño desempeña una función importante de trilla con los recuerdos: «Se está tratando de averiguar si hay un proceso de selección de las memorias útiles y las que no lo son. En animales se está tratando de registrar la actividad eléctrica que sucede en el cerebro en distintas etapas del sueño para averiguar qué sucede. También es un aspecto muy interesante de la investigación con personas, pero es difícil, porque si impides dormir a una persona, eso tendrá unos efectos, pero estará tan cansada que no sabes si no recuerda algo porque estaba muy cansado o porque se ha interrumpido un proceso específico de la memoria».
Memoria y envejecimiento
Uno de los aspectos con mayor interés social de las investigaciones sobre la memoria son los que analizan los trastornos que llegan con la vejez. Hace años, se atribuía este deterioro cognitivo a la irrecuperable pérdida de neuronas, sin embargo, como indicó Morris, hay algo más. «La pérdida de neuronas es un factor, pero sospechamos que no sólo importa el número de células sino la fortaleza de las conexiones que se establecen entre ellas. Hay un momento en el que incluso con el mismo número de células la memoria no funcionará con la misma eficiencia. Además, esta habilidad para cambiar la fortaleza de las conexiones -la capacidad de los genes para producir las proteínas necesarias para reforzar las sinapsis adecuadas- es muy importante para fijar nuevas memorias; cuando nos hacemos mayores es cada vez más difícil hacer eso. Por eso, hay personas mayores que te podrán describir muy bien la España de hace 50 años, pero no tan bien la de hace dos semanas».
Las investigaciones de científicos como Morris ofrecerán en el futuro respuestas a los dolorosos trastornos de la memoria. De momento, sus consejos para preservar esta capacidad son simples: «Mantener bajos los niveles de estrés y cuidar la dieta es importante, pero también hay trucos de comportamiento. La gente que es más organizada, más disciplinada y tiene más voluntad goza de mejor memoria. No es algo bioquímico, es más bien psicológico, pero es crítico».

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